Desde arriba, todo se ve: los problemas, el miedo, los límites. Ella se siente como un reflejo de esa vista. Le encanta el mar, pero le aterra la idea de lanzarse a él. La distancia y lo que podría pasar al caer al agua la detienen.
En su primer intento de acercarse al agua, aún duda sobre qué hacer. Se debate entre la idea de avanzar y la tentación de quedarse en el mismo lugar.
Despojándose del primer escudo protector, el vestido, está a punto de dar el paso para lanzarse al agua. Sin embargo, las dudas y el miedo aún la retienen. El velo, símbolo de esas inseguridades, sigue envolviéndola. Aunque sabe que puede volar tan libremente como las olas, aún no se atreve a dejarse llevar por completo.
Frente al espejo, su reflejo revela un mar desordenado, reflejando las emociones agitadas que alberga en su interior. Cada ola y remolino representa un eco de sus anhelos y miedos, una sinfonía de luces y sombras que la envuelve en su eterna danza.
Su mirada revela sus anhelos más profundos. El color de sus ojos refleja la fuerza y los deseos que arden en lo más íntimo de su ser.
Poco a poco, se atreve a enfrentarse al agua, soltando sus miedos y probando que no es tan malo como temía.
En este nuevo encuentro con el agua, ella se aventura ir hacia el mar con determinación, dejando atrás cualquier temor a caer. Con paso firme y corazón valiente, se sumerge dispuesta a enfrentar lo que sea
Estar en el "precipicio" no siempre termina en catástrofe; también se encuentra paz y valor en tus miedos, del miedo al atrevimiento de sentir el agua. Encontrando paz, tranquilidad y aceptación.
